SOLVE ET REPETE: Primero paga y luego reclama

Llegado el día de partido me presenté como no podía ser de otra manera y, aunque mi ficha estaba de alta, no estaba en la lista de jugadores del acta arbitral y no me permitieron jugar. Esa noche no podía sentirme más impotente, pero en el fondo sabía lo que hacía era lo correcto porque no te pueden pedir dinero sin justificación alguna y saltándose sus propias normas de competición. Lo vivo como una batalla de David contra Goliat, pero por muy grande que sea el enemigo no significa que pueda hacer lo que quiera.

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SOLVE ET REPETE: Primero paga y luego reclama

Me encontraba en casa el pasado 19 de marzo, con mucha ilusión por recibir los regalos que mis dos pequeñas me traerían de la guardería por el Día del Padre. Además, ese mismo día comenzaba mi primer partido de la liga de futbol 7 en El Ejido, tras suspenderse la liga de Dalías después de seis años cruzando la tortuosa carretera de Los Atajuelos.

Como decía, era un día bonito hasta que recibí un inoportuno mensaje de texto al teléfono advirtiéndome de que si quería jugar la liga tenía que saldar una supuesta deuda contraída por un equipo de fútbol sala con el que jugué la liga municipal de El Ejido la temporada 2015/2016.

Allí me planté en el Instituto Municipal de Deportes de El Ejido donde en su entrada podía leer “la casa del deporte”. Pregunté por el responsable y subí a la primera planta, donde al momento me identificaron como uno de esos jugadores que venía a pagar de sua pecunia la parte de esa deuda. El importe de esa deuda era tan ridículo, cuatro euros con cincuenta céntimos, que lo más fácil era pagar y olvidar el asunto; pero no iba abonar ese importe sin una justificación por escrito de esa reclamación y así hice.

Tras conversar un buen rato con dos de los empleados del IMD no conseguí que me justificaran ni el importe ni el concepto de la cantidad que se me reclamaba, solo hacían suposiciones sin ningún fundamento. También me enseñaron el reglamento de competición, el cual no cumplieron la temporada posterior a la deuda al haber permitido al equipo deudor poder inscribirse de nuevo, cosa que no entendía y que ellos daban la vuelta al asunto para justificar su postura. Al final insistían en lo mismo: “paga y luego reclama, así podrás jugar esta noche”, lo cual me dejó totalmente indefenso ante la Administración como un súbdito que lo mejor que podía hacer era ser sumiso para no sufrir ningún daño moral ni perjuicio.

Mi siguiente paso fue registrar una instancia para inmediatamente pedir audiencia a la Concejala de Deportes y Participación, María José Martín, pero me indicaron que no iba a ir a trabajar durante toda la semana, por lo que solo me quedaba acudir al director de deportes de cuyo nombre no es que no quiera acordarme, sino que lo desconozco y del que tampoco tuve una llamada. 

Llegado el día de partido me presenté como no podía ser de otra manera y, aunque mi ficha estaba de alta, no estaba en la lista de jugadores del acta arbitral y no me permitieron jugar. Esa noche no podía sentirme más impotente, pero en el fondo sabía lo que hacía era lo correcto porque no te pueden pedir dinero sin justificación alguna y saltándose sus propias normas de competición. Lo vivo como una batalla de David contra Goliat, pero por muy grande que sea el enemigo no significa que pueda hacer lo que quiera.

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