Bonilla, Vox El Ejido y el poder de los símbolos

Adjuntamos vídeo con la ruptura de su viejo carné del PP por parte de Juan José Bonilla, miembro del gobierno municipal de El Ejido in péctore

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Bonilla y Abascal, Vox
Bonilla, Vox El Ejido y el poder de los símbolos

Tras una campaña electoral en la que algunos creían que podría haber habido incidentes graves entre las diferentes facciones de Vox, la originaria y la que se formó a partir de la imposición del candidato Bonilla desde Almería (desde Roquetas dicen algunos) y la consiguiente improvisación de la lista de candidatos a base de hermanas de, primos de, hijos de y cuñadas de gente muy acérrima de Vox, pero de escasos mimbres que aportar a la cesta, ahí tenemos sustanciándose lo que nadie quería creerse en El Ejido: un pacto PP/Vox, que también es una alianza, parece que definitiva, entre dos mundos separados como el agua y el aceite: la sierra y el campo, o se era de aquí o se era de la sierra o se era de por ahí (el resto del mundo). Esa etapa, por fin, ya parece superada, aunque ha costado los suyo. Y todo ello a pesar de los oscuros vaticinios de Paco Góngora durante la campaña sobre el futuro de El Ejido y su tejido productivo ‘si Vox conseguía la alcaldía’, algo de lo que ha conseguido finalmente librar a los ejidenses este héroe homérico, curtido en cien mil plenos y herido en alguna que otra batalla judicial, pero de levedad, para volver a sentarse por tercera vez en la poltrona municipal.

Los críticos de Vox, los primigenios, los que decían estar bastante más cerca del Chato (Juan Enciso) que del PP, según cuentan ellos mismos, pero igual estaban algo confundidos, se dejaron embaucar por el PP de Paco Góngora, y sobre todo se dejaron embargar por el odio ‘al candidato impuesto’ desde Almería, desde Madrid, desde Roquetas o desde donde fuera, y acabaron claudicando y votando al PP. Ahora se arrepienten, claro, como si eso sirviera de algo, mientras algunos ciudadanos algo ingenuos todavía hablan de limpieza, de impuestos, de tal o de cual, como en un municipio cualquiera con problemillas menores, ajenos a la deuda descomunal, a la pérdida de población, a la pérdida de peso político y económico y sobre todo ajenos a que lo que se juega El Ejido definitivamente es su futuro, un futuro ya de por sí muy condicionado por años y años sin un modelo al que atenerse y una escasez de voluntad de servicio en los políticos pasmosa.

A Juan José Bonilla, a pesar de su dramática horfandad (su padre murió de la manera más absurda a manos de un perturbado, inmigrante, marroquí), en los días previos a los Sucesos racistas de 2000, algunos de Vox no le perdonan que, estando de pasante en un conocido bufete de abogados de El Ejido, le tocara defender, o participar en la defensa de otros inmigrantes a los que unos empresarios pillaron robando en su almacén y a los que propinaron una paliza, hechos que han salido reiteradamente en campaña en forma de vídeos de uno de los condenados. Ni tampoco que se dedique a arreglarle los papeles a los inmigrantes, que es a lo que más se dedican en El Ejido asesores y abogados, pero todos sabemos que se movían intereses de una escala bastante mayor en toda esta trifulca.

Vídeo en el que Juan José Bonilla rompe el carné del Partido Popular

Bonilla fue como candidato el símbolo perfecto para Vox, ‘víctima de un inmigrante’ ni más ni menos que en El Ejido. Y ahora lo tendremos de teniente de alcalde, o al menos de miembro del gobierno municipal del mismo municipio, con toda la repercusión, mundial, que eso conlleva. Es muy difícil que, desde la comodidad de las moquetas del Congreso de los Diputados, a alguno que otro no se le ocurra tensar la cuerda más de la cuenta en contra de las políticas migratorias del gobierno usando precisamente la carga simbólica extrema que tienen a escala internacional El Ejido y el propio Juan José Bonilla. Y de esto hay que hablar, aunque a veces no valga de nada decir las cosas claras porque sencillamente la audiencia lo pone todo al mismo nivel y no acaba de discernir. Hay que, al menos, avisar. Toda precaución es poca, porque Paco Góngora podría acabar teniendo razón y que los mercados se vuelvan de repente hipersensibles en cuestiones sociales y reacios a nuestros productos hortofrutícolas almerienses, y sobre todo ejidenses, por no sacar asuntos de pura y simple humanidad, que son más controvertidos. Calma, moderación, 20% de rebaja en los sueldos de alcalde y concejales, como prometieron en campaña, menos concejales delegados y una auditoría externa para conocer de verdad las cuentas. Y autonomía local, que los símbolos los carga el diablo. Y suerte en el gobierno de El Ejido, que la carga no va a ser chica, sobre todo si nos dedicamos a complicar aún más las cosas.

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