VOTO ¿ÚTIL?

Octubre de 1989, víspera de elecciones Generales. El entonces Presidente del Gobierno (lo sería durante 7 años más) Felipe González, ante un nutrido auditorio, se dirige con vehemencia al votante comunista para que elija la papeleta del PSOE y no las siglas de IU. Argumentaba González que si la izquierda dividía el voto la derecha saldría favorecida, y hete ahí que no había cosa más “útil” que un comunista votando PSOE.

                                                  

Casi 3 décadas después un aspirante a Presidente es quien se dirige a los potenciales votantes de su principal adversario en la derecha para que no dispersen el voto y evitar así un nuevo triunfo de Sánchez. Otro claro ejemplo de apelación al voto “útil” (lo de convencer a través de un programa, ya si eso, queda para otro día).

 

Claro que si algunos políticos sacan a relucir el mal llamado voto “útil”, irremediablemente uno llega a pensar que también existe el voto “inútil”. Es más, sigamos pensando ¿El voto para quién es útil, para el ciudadano o para el partido político? ¿Puede ocurrir que un voto útil para un partido resulte al mismo tiempo inútil para el ciudadano?

 

Ahora que aparentemente tenemos unas cuantas ofertas de cara el ciclo electoral en el que nos hallamos inmersos, seremos seducidos (alguno incluso abducido) con la cantinela del voto útil o inútil, según como se mire.

 

Desde la óptica de un partido está claro que útil es todo voto que pasa a engrosar sus respectivas candidaturas, apelando no pocas veces al miedo, pues la división del sufragio es un triunfo cantado para el adversario. Pero, desde el punto de vista de un ciudadano ¿Qué es un voto útil?

 

Podemos y debemos reflexionar sobre la utilidad que ha tenido nuestro voto a lo largo de esta agonizante y accidentada legislatura. ¿Cuántas promesas hemos recibido de unos y otros? Bajadas de impuestos, reforma de la Administración, lucha contra la corrupción, lucha contra la denominada pobreza energética, creación de empleo de calidad…y un largo etc.

 

Después de casi 3 años ¿Cuántas de las promesas se han materializado? ¿Han sabido los “grandes” partidos gestionar el caudal de votos recibidos? Y cuando digo “grandes” partidos no me refiero solo a los dos que han gobernado durante esta XII legislatura, me refiero también a las fuerzas regeneradoras, o al menos así se autodenominan. Y es que los nuevos partidos tienen un gran peso a la hora de configurar mayorías y por lo tanto tienen una cierta capacidad para transformar la vida de la gente de a pie. Pero la sensación para no pocos españoles es que seguimos como al principio y en algunos aspectos incluso hemos ido a peor.

 

Ni pagamos menos impuestos, ni se ha adelgazado la Administración, ni se ha mejorado la calidad de un empleo cada vez más precario. No parece que nuestros votos hayan sido muy útiles, a juzgar por los resultados de 3 años de Gobiernos a derecha e izquierda, con sus respectivos socios.

 

¿Y la corrupción?. Mientras miles de familias se desangraban económicamente, día sí y día también, los noticiarios abrían con presuntos casos de corrupción. Algunos (ir)responsables han pisado ya la trena mientras otros casos se eternizan en los juzgados. ¿Se ha tomado alguna medida creíble y efectiva contra el mangoneo en sus diversas vertientes? Parece que no y por lo tanto en este aspecto tampoco parecen haber sido muy útiles millones de votos.

 

Hablando de corrupción enlazamos con la Justicia. Todos habían prometido su reforma para despolitizarla y dotarla de medios más modernos para combatir su lentitud, que parece ser su enfermedad crónica. Claro que haber quien es el listo que renuncia a su derecho a elegir jueces y fiscales, no vayaa resultar que a uno de los nuestros lo juzgue un independiente que no nos deba su puesto. Utilidad por aquí de nuestro voto: Cero cerete.

 

Otra promesa eterna es la transparencia. Los hay tan transparentes que ni se han molestado en disimular los apaños para que el vencedor (en este caso vencedora) sea la favorita del Presidente del Partido. Y claro, el perdedor, que fue muy poco clemente no dudó en denunciar unos chanchullos que a la vista de la rectificación del resultado, eran bastante evidentes. ¡Toma regeneración!. Aunque si hablamos de primarias en todas las casas cuecen habas. ¿Han servido nuestros votos para regenerar la política y dotarla de una mayor trasparencia? Pues tampoco.

 

En definitiva, los que ya estaban y los que llegaron después no han sabido, querido, o podido (eso ya da igual) dar utilidad a nuestros votos para lograr una verdadera transformación del país. Seguimos como al principio, con más invitados para repartir el pastel, pero al ciudadano de a pie no le ha llegado ni una triste señal de que el voto depositado en junio de 2016 le ha resutado útil.

 

El próximo mes volveremos a votar pero eso sí, votaremos a “A” para que no salga “B”, y no escogeremos la opción “A” porque es la que realmente ha dado pasos para transformar el país.

 

También habrá quien vote en positivo, anteponiendo proyecto y coherencia frente a las rivalidades o conveniencias de A o B. Y es que a veces hasta puede resultar mucho más útil votar a un partido minoritario con independencia de la representación obtenga, pues un león en solitario puede hacer más fuerza que docenas de dóciles gatitos.