Junta y junteras

Marta Bosquet, presidenta del Parlamento Andaluz

"Pero es que en Almería tenemos, por añadidura, una soterrada lucha por el protagonismo y el amor a la tierra entre dos auténticas leonas de la política y el poder, cuál de ellas más flamenca: Marta Bosquet, presidenta del Parlamento Andaluz, de Ciudadanos, y la citada Carmen Crespo, consejera de Agricultura."

En Almería solemos envanecernos de tener una especie de vocabulario propio y desconocido para la lexicografía y el resto de los hablantes del español, pero con frecuencia nos encontramos con que en alguna parte de Latinoamérica, o en alguna comarca recóndita de una provincia española, no solo se usa el mismo término que nosotros usamos con igual o parecido significado, sino que acepciones de este u otro mismo término desconocidas en el resto de España y sus diccionarios aparecen también en otros sitios, aunque su uso sea muy restringido. Tal es el caso de la palabra “juntera”, usado en nuestra provincia sobre todo en dos sentidos, en sustitución de pegotera de gente y, sobre todo, en el de “malas compañías”. Unos ejemplos: “No veas la juntera que había allí”, “Era buena gente, pero lo echaron a perder las junteras”, o: “No me gustan esas junteras que te has echado”.

Alguien que debe conocer muy bien el teŕmino “juntera” y su significado local, que para eso es de Adra, uno de los grandes centros telúricos del habla almeriense, quizás por ser tierra fronteriza, es nuestra nueva consejera de Agricultura Carmen Crespo, y hasta puede que la palabra en cuestión acabe enriquecida en este nuevo periodo político de la Junta, gobernada por PP y Cs y apoyada desde el parlamento y fuera del parlamento de Andalucía por Vox, al menos de momento. Una juntera de partidos, no sabemos todavía si recomendable o no, que se ha dedicado en este periodo preelectoral básicamente a repartir a los consejeros por sus circunscripciones más queridas y hacer propaganda  paternalista y de alcance peligrosamente local (lo que se dice en Almería puede caer muy mal, por ejemplo, en Motril), y lanzar promesas al viento siempre benéfico de los medios afines, además de hacer nombramientos más o menos polémicos, olvidándose de las cruces que se hicieron algunos con respecto a las imputaciones por corrupción, caso de Ciudadanos, y primando otros más la necesidad de colocación y el presunto peso electoral de muchos de sus excargos que su conveniencia y preparación, caso del Partido Popular, por no hablar  de ese vicepresidente de la Junta, Juan Marín (remanece de Berja, dicen) que acábase de dar cuenta de lo mal remunerados que están los cargos políticos y de confianza de la administración autonómica. Y es que el ascenso al poder siempre acarrea la rémora de la melancolía y todo se antoja poco cuando acaricias ese poder con tus propias manos como quien acaricia a un gato; ¡El poder siempre genera, maldito sea, unas necesidades y unos gastos extraordinarios que hacen que todo parezca poco para la grave responsabilidad que se acarrea! ¡Solo en vestuario y complementos ya se van decenas de miles de euros!                             

Carmen Crespo junto a Gabriel Amat

Pero es que en Almería tenemos, por añadidura, una soterrada lucha por el protagonismo y el amor a la tierra entre dos auténticas leonas de la política y el poder, cuál de ellas más flamenca: Marta Bosquet, presidenta del Parlamento Andaluz, de Ciudadanos, y la citada Carmen Crespo, consejera de Agricultura. Lucha todavía incipiente, pero que tiene que dar muchas tardes de gloria en este coliseo sin gladiadores que se atrevan a enfrentarse desde la prensa a los fieros leones del poder que es la política almeriense.

Todavía se preguntan muchos socialistas, que siguen sin recuperarse del palo de las autonómicas y la pérdida del gobierno andaluz, cómo es posible que se hayan desinflado tanto en los municipios, sobre todo en los más importantes y poblados. En el caso de la provincia de Almería, al margen de un desbarajuste organizativo que prima el ascenso de los peores, en las agrupaciones locales ha sido especialmente duro para los políticos locales verse obligados a defender la acción de la Junta en cada uno de los municipios, ya sea desde el gobierno o la oposición municipal, y ello ha supuesto un desgaste brutal, algo que solo ahora con la aparición de nuevos partidos de derechas ha hecho mella en el electorado popular, a pesar de la dejación de funciones del gobierno central de Rajoy en todo lo que respecta a las inversiones del gobierno central en la provincia, última de España en los presupuestos populares, todavía en vigor. Con respecto al PSOE algo tendrá que ver la inveterada y ya mítica mala gestión comunicativa socialista, casi un manual de qué no se debe hacer. De no interponerse las elecciones generales habríamos disfrutado seguramente de la campaña de municipales más larga de la historia reciente de España, todo un respiro para todos los partidos, inmersos como están en guerras intestinas, broncas, amenazas, fugas y escapismos varios. Pero, igual que parece claro que el PSOE estaría en condiciones de gobernar en Madrid, con las encuestas en la mano, los principales municipios van a caer del lado de las llamadas “tres derechas”.

Aún así, en Almería se han dado estos años una serie de circunstancias muy particulares, no solo por el efecto de insularidad y lejanía o desafección con todo lo que significa Andalucía, particularmente en la comarca del Poniente, tiene mucho que ver con la considerable revalorización de las propiedades en las últimas décadas, sobre todo de los invernaderos, y las cuantiosas plusvalías por las que se pagan las correspondientes tasas cuando se produce una trasmisión patrimonial, que han tenido un gran efecto de desgaste para los socialistas: ¡La Junta nos roba! Porque claro, el estado central, hábilmente, ha transferido los impuestos directos más polémicos a las autonomías, quedándose, claro está, con el IVA y todos los impuestos indirectos tan cómodos como igualitarios, que no equitativos.

¿Cómo se va a gestionar a partir de ahora por parte del PP y Ciudadanos la defensa de las políticas de la Junta? Es pronto para saberlo, pero en principio queda descartado que tanto PP como Cs cometan el error de obligar a sus cargos locales a esa defensa a ultranza a la que han obligado a los cargos socialistas. Si nos tenemos que guiar por lo hecho hasta ahora por consejeros como Carmen Crespo, serán los propios miembros del gobierno andaluz los principales vectores propagandísticos, dejando a los cargos intermedios y a los técnicos la carga de trabajo efectivo. De ahí que la propia Carmen, nuestra consejera más cercana, la cuota almeriense, se haya precipitado estas jornadas preelectorales a prometer inversiones milmillonarias, autopistas del agua que interconectarán los embalses de provincias vecinas con los nuestros, y los nuestros entre sí (aunque las tuberías y conducciones tengan que recorrer toda la provincia de Beninar a Cuevas), hectómetros cúbicos de agua y maná caído del cielo en forma de pimientos, tomates y berenjenas a 5 € el kilo en origen y ayudas miles, mientras es en la Comisión Europea donde se cuece de verdad el futuro de esta provincia, que difícilmente va a vivir a partir de ahora de promesas imposibles de cumplir, pero está claro que todo el mundo tiene derecho a fantasear, y a creerse las mentiras que hagan falta. Faltaría más.