Las columnas de Melkart

La democracia ateniense y la Inteligencia Artificial


Se dice que la población de Atenas en el periodo del gran reformador de la democracia ateniense, Clístenes (siglo V AC), era de aproximadamente 300.000 personas. Pero, como nos cuentan Pedro Barceló y David Hernández de la Fuente en su libro de divulgación Breve historia política de la Grecia clásica ‘La ciudadanía en Atenas era, por otra parte, exclusiva de un grupo muy reducido de personas, los varones nacidos de padre ateniense (padre y madre, en época de Pericles), mientras que había grandes grupos de población esclava, totalmente apartados de cualquier actividad política, y de extranjeros o «metecos» —muchos de ellos excelentes mercaderes— sin derechos políticos, pero integrados en la sociedad. Las mujeres estaban obviamente privadas de derechos políticos. Se calcula así que de los aproximadamente 300.000 habitantes del Ática en época clásica, solo unos 40.000 eran politai, ciudadanos de pleno derecho.’

En esta época había en Atenas, por tanto, una democracia ‘asamblearia’ imperfecta, ya que existían varios estamentos diferenciados y la aristocracia seguía teniendo un papel preponderante. Con el sistema ateniense instaurado por Clístenes, los ciudadanos tenían derecho a participar sin intermediarios en los asuntos públicos ‘promulgando leyes, ostentando cargos públicos y actuando directamente en la administración de la justicia’. Y podían ser miembros de las tres instituciones básicas: Asamblea, Consejo de los 500 y tribunales de justicia. El quorum mínimo era de 6000 ciudadanos, necesario para su convocatoria, pero se podía llegar a 40.000, la práctica totalidad de los ciudadanos de pleno derecho. La Asamblea popular (ekklesia) era la máxima instancia legislativa, de decisión, apelación y control político. Se reunía unas cuarenta veces al año (.…) El consejo o boule estaba formado por 500 ciudadanos. La heliaia por 6000 jueces-jurados elegidos por sorteo anual entre los ciudadanos, tenía atribuciones judiciales y servía a la vez como tribunal de cuentas y constitucional. Resumiendo: varios millares de atenienses se implicaban directamente y cotidianamente en la política.                   

Con este prefacio tan largo no quiero convencer a nadie de que la solución de nuestros problemas actuales radique en una vuelta a los orígenes democráticos, pero con la diferencia de que, esta vez sí, tanto las mujeres como los hijos de padres no atenienses como los extranjeros con nacionalidad adquirida y los ‘esclavos’ (o trabajadores peor remunerados y con menos derechos: trabajadores agrícolas temporales, trabajadores a media jornada o por horas, autónomos, etc.) serían ciudadanos de pleno derecho.

No quiero convencer a nadie, ya sifo, pero no hay que ser muy perspicaz para darse cuenta de unas cuantas cosas. La democracia ateniense estaba sustentada, además de por un considerable poderío militar (aunque no tanto como el de su rival Esparta), en la flota más poderosa de la época, junto con la fenicia, y en una economía boyante gracias al comercio exterior que la libraba de las limitaciones de la economía agropecuaria al uso, pero también en un sistema social ‘injusto’ para nuestros parámetros actuales que, paradójicamente, liberaba de las servidumbres del trabajo manual a miles de privilegiados que podían dedicarse a la política, la filosofía las artes, la ciencia, la geografía, etc., algo que casualmente puede volver a pasar en las sociedades más avanzadas a partir de la implementación total y completa de la robotización en los procesos productivos y el uso de la Inteligencia Artificial.

Nos cuenta el historiador israelí Yuval Noah Harari en su libro 21 lecciones para el siglo XXI que: ‘Los humanos tienen dos tipos de capacidades: la física y la cognitiva. En el pasado, las máquinas competían con los humanos principalmente en las capacidades físicas en bruto, mientras que estos tenían una enorme ventaja sobre las máquinas en cuanto a cognición. De ahí que cuando los trabajos manuales en la agricultura y la industria se automatizaron, aparecieron nuevos empleos de servicios que requerían capacidades cognitivas que solo los humanos poseían: aprender, analizar, comunicar y, por encima de todo, comprender las emociones humanas. Sin embargo, la Inteligencia Artificial está empezando ahora a superar a los humanos cada vez en más de estas capacidades, entre ellas la comprensión de las emociones humanas.

Y pone un ejemplo relacionado con la diagnosis médica: ‘Es posible ejecutar muchos algoritmos alternativos en la misma red, de modo que una paciente en una remota aldea de la jungla pueda acceder a través de su teléfono inteligente no solo a un único médico acreditado, sino en realidad a cien IA (inteligencia artificial) médicas diferentes, cuyo desempeño relativo se está comparando constantemente. ¿No le gusta lo que el médico de IBM le dijo? No pasa nada. Aunque se encuentre usted inmovilizado en algún lugar de las laderas del Kilimanjaro, podrá contactar fácilmente con el médico de Baidu, el motor de búsqueda chino, para tener una segunda opinión.                                      

No se habla ya, por tanto, de que la robotización y la IA vayan a desplazar los trabajos físicos más penosos en un futuro no muy lejano, sino que oficios liberales como los de médico o abogado podrían ser desempeñados ‘mejor’ por la Inteligencia Artificial.

Eso nos lleva ineluctablemente a una sociedad del ocio y del aprendizaje continuo y la competencia con las ‘máquinas’, pero además, el desarrollo de una sociedad de ese tipo tendrá unas consecuencias políticas inmediatas incalculables para las democracias liberales representativas tal como las conocemos. O también nos puede llevar a una distopía en toda regla, pero de lo que no cabe duda es de que el número de ciudadanos ‘liberados’ del trabajo va a aumentar exponencialmente. Dependiendo de nuestras decisiones políticas, del grado de educación de los ciudadanos y de su implicación en lo ‘público’ se podría convertir en una gran oportunidad a la ‘ateniense’ o en un infierno en la Tierra. De momento nuestros políticos ‘representativos’, al menos algunos, se están subiendo el sueldo casi como si no hubiera un mañana, pa mí que han leído a Harari y se ‘güelen’ algo. Yo me lo tomaría como un aviso.